Agradecimientos
totales
Además de ser emprendedora, ama el campo y es la cabeza de su familia; se esfuerza por ser un gran ejemplo para sus hijas y las mujeres en la comunidad de Limonestitla. A todas las quiere, cuida y canta con el mismo cariño que a sus plantas, como llama a los cafetos. Ella es Doña Olivia Romero Gaspar y es nuestro orgullo.
Don Idilberto Escobar y su familia viven en la comunidad de El Cedro. Donde no solo enseñó a sus 3 hijos a trabajar el campo, también fue de los primeros en apoyar el desarrollo de la zona al mostrarle a su gente cómo cultivar los granos para lograr lo que llama “la taza perfecta de café”. Todos lo conocen como “Don Beto” y es nuestro orgullo.
En su comunidad solo tiene como parientes a su esposa, 1 hijo y Don Celso que es su her-mano. Pero él dice que– si a usted le gusta el café, ya forma parte de nuestra familia–. En su casa y en el campo se nota: todos trabajan, platican, se divierten y toman juntos el café que ellos mismos cultivan. Él es Don Gaudencio Anastacio y es nuestro orgullo.
Su amor por el campo veracruzano ha pasado de generación en generación hasta llegar a él, y hoy busca transmitirlo también a su hijo para continuar su linaje de caficultores. Con su distin-tivo carisma se ha ganado la confianza de la comunidad, todos lo consultan de vez en cuando y él siempre invita una taza calientita de café. Él es Don Florentino Asis y es nuestro orgullo.
La luz del sol se va del campo antes que él, pareciera que esa sonrisa que lo caracteriza ilumi-na su tranquilo camino de regreso a casa. Donde su esposa espera alegre con una taza calen-tita de café y una agradable plática, que generalmente empieza con alguna historia de lo su-cedido ese día en su comunidad. Él es Don Epifanio Hernández y es nuestro orgullo
En los cafetales de la comunidad de Limonestitla amanece alrededor de las 7 de la mañana. A esa hora, él ya está en el campo dándole a sus 7 hijos, 4 hombres y 3 mujeres, el ejemplo de cómo se cultiva el café con cariño y dedicación. Ellos han aprendido tan bien, que ya les re-partió los terrenos que tenía. Su nombre es Don Celso Anastacio y es nuestro orgullo.